“¿Por qué a mí, un judío del norte de Londres, se me permite tomar la ciudadanía israelí, cuando ese derecho se le niega a un palestino que languidece en un campamento de refugiados en el Líbano? Especialmente cuando reconozco que una gran mayoría de los que salieron en 1948 fueron limpiados étnicamente por fuerzas israelíes”.
Esas son las palabras de Alex Stein, escrito para Comment is free, 21 de marzo de 2007. Una encomiable admisión de la injusticia hacia los palestinos, le diría. Pero él deriva conclusiones que son contrarias a esta premisa, que el derecho de los palestinos a regresar a su casa no es sagrado, ni jurídicamente posible.
Este tema de personalidad dividida ha sido infamemente adoptado por Benny Morris quien leyó detenidamente cientos de archivos desclasificados de Israel. Morris confirmó minuciosamente que, en 1948, las fuerzas de invasión israelí cometieron masacres, expulsaron a los palestinos, destruyeron sus aldeas, saquearon sus bienes, quemaron sus cultivos, envenenaron sus pozos y dispararon sobre el terreno a cualquier palestino que trató de regresar a su casa. En cuanto a las minorías que quedaron, a continuación, Morris declaró solemnemente que sentía que Ben Gurion “no terminara el trabajo”.
Tanto Alex Stein como Benny Morris escapan del hecho, filtrado lentamente en la conciencia occidental, de que los palestinos fueron – y son hoy – sujetos a la más masiva, global, minuciosamente planificada, ejecutada y continua operación de depuración étnica en la historia moderna. Esto ha sido durante mucho tiempo negado por los historiadores israelíes. Una excepción notable es un honesto y valiente historiador israelí, Ilan Pappé.
La sensación creada por la revelación de Benny Morris de al-Nakba, aceptado a regañadientes por algunos judíos, es una cruda medida de la forma en que occidente fue tomado por la propaganda sionista durante varias décadas. Los palestinos no saben reír o llorar. ‘Revelaciones’ son sólo algunas de las que han venido diciendo desde 1948. Cientos de miles de refugiados dieron detalles gráficos de su difícil situación, pero estos fueron desestimados por los sionistas europeos como “un producto de la imaginación oriental”, hasta que un historiador israelí encontró pruebas abrumadoras en los archivos israelíes.
Los hechos son tomados de manera superficial. Los hechos, documentados en los mapas y registros, muestran que en 1948 los israelíes despoblaron de sus habitantes palestinos a 675 ciudades y aldeas, que sus tierras representan el 93% de Israel, que la mitad de todos los refugiados han sido expulsados en las últimas seis semanas del Mandato Británico, antes de que el estado de Israel fuera declarado y antes de que cualquier soldado árabe regular pusiera un pie en Palestina para salvar a su pueblo de la invasión de inmigrantes europeos judíos que acababan de llegar a sus orillas para construir Israel sobre las ruinas de Palestina.
¿Qué es más natural que una persona regrese a su casa? Si Stein no cree que esto es “sagrado”, tendría que preguntar a 6 millones de refugiados palestinos (los dos tercios de todos los palestinos) ¿Por qué siguen decididos a luchar por su derecho a regresar después de un período de 6 décadas a través de tres generaciones y muchas guerras? Que el derecho de retorno para los palestinos es afirmado por las Naciones Unidas más de 130 veces es suficiente para dejar este asunto. No es necesario derramar más tinta sobre este punto.
Cuando son derrotados en esto, los sionistas suelen recurrir a su última defensa: que el derecho de retorno no es posible de aplicar.
En una sociedad civilizada, si un delito se comete, sus consecuencias deben ser restringidas. El criminal no debe ser recompensado y su delito no debe ser perdonado ni tampoco legitimado. La propiedad robada debe ser devuelta. Los Derechos deben ser reintegrados y la reparación por pérdidas materiales debe ser pagada.
Esto es en lo que la comunidad internacional insistió, a veces utilizando las fuerzas militares, en la aplicación del regreso de los refugiados a Bosnia, Kosovo, Burundi, Camboya, Timor Oriental, Georgia, Guatemala, Mozambique, Ruanda, Sudáfrica, Tajikistan, Iraq, Kuwait y Afganistán
Eso es también lo que los judíos europeos por derecho consiguieron cuando regresaron a sus correspondientes hogares (si así lo deseaban), recuperaron sus propiedades en Europa y recibieron grandes cantidades en compensación por su sufrimiento durante la segunda guerra mundial, sin el beneficio de una sola resolución de la ONU.
Por lo tanto, el pretexto de que el retorno no sea posible debido a la afluencia de inmigrantes judíos a Palestina para reemplazar a los expulsados palestinos no es válido, moralmente, jurídicamente ni políticamente. Pero nosotros tenemos reservado el argumento sobre este punto. Aquí tenemos todavía otra de las ideas falsas destinadas a engañar y desinformar al público occidental. No es cierto que no es físicamente posible aplicar el Derecho de Retorno.
Palestina es el caso más documentado entre los países asolados por conflictos, ciertamente mucho más que Bosnia y Kosovo. Tenemos completamente documentado por la ONU los registros de la propiedad de cada acre de tierra. Ni un solo judío de Israel tiene un título de propiedad equivalente después de al-Nakba. Tenemos mapas detallados de todo lo que era cada acre, de lo que es hoy y podemos visualizar lo que podría / debería ser en el futuro.
Tenemos una enorme base de datos de millones de palestinos, de dónde proceden en Palestina, y dónde residen hoy en día, su estructura familiar y sus edades. Noventa por ciento de ellos residen hoy a menos de 100 km de sus hogares, el 50% a menos de 40 km y muchos realmente pueden ver su casa sobre la colina de enfrente.
Eso no es todo.
La tierra de los refugiados está todavía escasamente poblada. Ochenta por ciento de los judíos de Israel siguen viviendo en la misma zona que han adquirido durante el Mandato y un poco más, pero es el 15% de Israel en total. Alrededor del 18% de los restantes 20% de los judíos viven principalmente en la mitad de una docena de ciudades originalmente palestinas o en ciudades mixtas, considerablemente ampliadas. Esto deja al 2% de los judíos en Israel, que son los miembros de Kibutz y Moshav.
Ese pequeño número de población, incluyendo al ejército, usa y controla el 85 al 88% de la zona de Israel, que es el patrimonio de 6 millones de refugiados palestinos. Para tomar un ejemplo, todos los judíos en las zonas rurales del Distrito Sur de Ashdod (Isdud) a Eilat (Umm Rashrash) son menos en número que un solo campamento de refugiados en Gaza. Su densidad es de 6 personas por kilómetro cuadrado mientras que la población de Gaza, propietaria de esta tierra, es de 6000 por kilómetro cuadrado. Estos propietarios de los terrenos son retenidos por el ocupante en un campo de concentración llamado Gaza. Los inmigrantes rusos que fueron absorbidos en Israel en la década de los noventa son iguales en número a todos los refugiados registrados en el Líbano y Gaza. Imagínese cuánto más estaría la paz al alcance de la mano si los palestinos regresaran en lugar de los rusos importados…
Es verdaderamente sorprendente que los sionistas públicamente defiendan un objetivo racista e inmoral, es decir, librar a Israel / Palestina de sus habitantes palestinos a fin de que los inmigrantes judíos mantengan su pureza judía y la mayoría.
¿Qué diría Stein si los ciudadanos ingleses del norte de Londres declararan un día que si el número de judíos allí, emigrados desde España, supera el 20% deben ser enviados a campos de concentración (como en Gaza) o a Siberia? La ironía es que, en Palestina, son los ‘inmigrantes’ quienes piden la expulsión de los palestinos habitantes naturales del país como una peligrosa “amenaza demográfica”.
El siglo XX vio muchos millones de personas liberarse del colonialismo, la ocupación, el racismo y el apartheid. Ahora es el turno de Palestina.
El escritor es el coordinador general del Congreso por el Derecho de Retorno.
Fuente del texto original: The Guardian, marzo 29, 2007 / http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2007/mar/29/salmanabusitta
Traductor: Beatriz Esseddin / 2008
Fuente: La estrella Palestina